Entre la ceniza y el cuidado: la mirada humana en la micología de verano

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Este artículo forma parte de una serie sobre micología estival y los ciclos de regeneración forestal.

Incendios forestales: causas humanas y consecuencias micológicas

Los incendios forestales no solo son eventos naturales sino, en su mayoría, fenómenos antropogénicos. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica de España, más del 95 % de los incendios tienen origen humano, ya sea por negligencia, imprudencia, piromanía o mala gestión territorial.

En este contexto, la micología —como ciencia que estudia los hongos y sus relaciones ecológicas— ofrece una perspectiva fundamental para la regeneración del ecosistema post-incendio. Pero también interpela al micólogo, aficionado o profesional, a posicionarse entre la explotación recreativa y la custodia activa del entorno.

Despoblación rural y alteración del paisaje forestal

El abandono de prácticas tradicionales como el pastoreo extensivo, el aprovechamiento leñoso sostenible o la rotación de cultivos ha desencadenado un cambio estructural en la composición vegetal de los montes mediterráneos. Esta transformación ha contribuido a:

  • Incrementar la biomasa disponible en forma de hojarasca, ramas secas y matorral denso.
  • Eliminar cortafuegos naturales y paisajes en mosaico que reducían la velocidad de propagación del fuego.
  • Disminuir el saber ecológico local, clave para una gestión forestal resiliente.

Estas condiciones favorecen lo que los ecólogos forestales denominan "estado de combustibilidad latente", donde el monte se convierte en una bomba de relojería biológica.

Micología y resiliencia ecológica

Los hongos micorrícicos —aquellos que establecen simbiosis con las raíces de plantas— juegan un papel crucial en la recuperación post-incendio. Diversos estudios (Smith & Read, 2008) demuestran que especies como *Pisolithus arhizus* o *Rhizopogon roseolus* facilitan:

  • La retención de humedad en el suelo.
  • La absorción eficiente de nutrientes en etapas tempranas de reforestación.
  • La protección frente a patógenos radiculares.

Asimismo, hongos pirófilos como *Pyronema domesticum* emergen tras el fuego, acelerando los procesos de descomposición y reincorporación de carbono al ciclo edáfico.

El micólogo ético: actuar con ciencia y conciencia

En este escenario, el micólogo consciente debe adoptar una actitud más cercana a la custodia ambiental que a la mera recolección. Algunas buenas prácticas incluyen:

  • Evitar zonas recientemente afectadas por incendios, donde el micelio se encuentra en fase de recuperación crítica.
  • Practicar la observación pasiva: identificar sin extraer, registrar sin alterar.
  • Participar en inventarios micológicos y ciencia ciudadana, como los promovidos por asociaciones micológicas y proyectos como iNaturalist o Mycoflora.

El micólogo puede convertirse en vector de sensibilización y no solo en usuario del recurso fúngico.

Educación ambiental con enfoque fúngico

Los hongos, gracias a su ciclo de vida, estructura y rol ecológico, ofrecen un potente recurso didáctico para generar conciencia sobre los ecosistemas forestales. Algunas estrategias efectivas incluyen:

  • Organización de salidas micológicas educativas en colaboración con centros escolares rurales.
  • Desarrollo de material audiovisual y fichas digitales para su difusión en redes sociales.
  • Creación de itinerarios micológicos señalizados en espacios naturales protegidos.

Educar desde el micelio es, en esencia, reconectar con la base del ecosistema.

Micología aplicada: restauración ecológica con hongos

El uso de tecnologías micológicas aplicadas está en expansión, integrando saberes tradicionales y biotecnología. Entre las técnicas más prometedoras destacan:

  • Inoculación de suelos degradados con esporas de especies micorrícicas nativas.
  • Uso de micelio en bioremediación para degradar contaminantes (petróleo, pesticidas, metales pesados).
  • Diseño de viveros forestales con simbiosis controlada para mejorar el éxito en reforestaciones post-fuego.

Proyectos pioneros como los de Paul Stamets en EE. UU. o el Banco de Germoplasma Fúngico de Galicia están demostrando su eficacia en entornos reales.

Conclusión: escuchar al bosque desde el micelio

La micología contemporánea, lejos de limitarse al estudio académico o a la búsqueda de setas comestibles, se erige como una herramienta estratégica para la resiliencia ecológica. En tiempos de crisis climática y emergencia forestal, mirar hacia el micelio es también mirar hacia un modelo de relación más armónica con el entorno.

Entre la ceniza y el cuidado, el ser humano aún puede optar: seguir provocando fuegos... o aprender a escuchar al bosque en silencio.

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